MI PRIMERA FIESTA DE BLANCO en Sitges Pacha




Era verano, ya estábamos abiertos todas las noches, en mi primera temporada recuerdo que abríamos cada noche a mediados de mayo, sin duda porque en Sitges en mayo ya habían extranjeros que quizás llamados por el Sol y el ambiente, de un pueblo tolerante que les llamaba poderosamente la atención. Por lo que llenaban hoteles y campings, por aquellos tiempos la gente viajaba por sus medios, ósea, llegaban a Sitges con sus coches o con sus motos venidos principalmente de países vecinos y no tan vecinos, porque Suecia no está precisamente aquí a la vuelta. Y Sitges os aseguro que estaba lleno de Suecas que venía a tomar el Sol, se ponían bronceador con olor a coco y todas las calles del centro de Sitges olian a Coco.

El Sr. Director al acabar la sesión de un miércoles noche, me dice, 

.- ¿Conoces a alguien que nos pudiera vender palomitas de maíz a granel? 

Ahora se encuentra de todo, pero entonces no todo lo que se nos ocurría era fácil de encontrar.


- Ahora mismo no se me ocurre quien pudiera vender palomitas de maíz a granel- le dije.

Él entonces me dió no recuerdo cuantas pesetas y me marché a casa a dormir, al levantarme, y como siempre se me ocurrían ideas de bombero, le pregunté a mi madre, si sabía cómo se hacían las palomitas, y me dice 

- Eso es bastante fácil, compras un maíz especial, pequeñito y redondo, pones en una cazuela un chorrito de aceite, pones el maíz y semi-tapas la cazuela, verás que al poco empiezan a explotar los granos de maíz y se convierten en palomitas.


Lo tuve claro, me fui a una tienda que vendían piensos muy cerca del mercado, compré maíz para parar un tren y me fui a ver a mi amigo el mexicano, le dije que nos ganaríamos algunas pesetas si éramos capaces de hacerlo, y fuimos a hacerlo a una masía en La Vilanoveta cerca de Sitges donde él vivía con su abuela. 

Ahora sólo nos faltaba un poco de mano de obra.

Él recurrió a una prima que se encontraba de vacaciones y yo a mi queridísima hermana, que por aquel entonces era fácil de enredar. Les prometimos a las dos una camiseta último modelo de Pacha de ese verano, y ellas no dudaron nada en aceptar. Ellas cocinaban las palomitas y nosotros dirigíamos la operación en cadena como si de una fábrica de palomitas se tratara.


El resultado fueron dos sacos de harina que debían medir un metro de alto cada uno, miles de palomitas y gastamos la mitad de presupuesto que me habían asignado.


Llegamos a Pacha sobre las 22:30 horas, entonces la discoteca se abría a las 23:00 h , y os prometo que me quedé con la boca abierta. 

Las personas que se habían ocupado de la decoración lo habían hecho de fábula, telas blancas por paredes, techos y barras, pero lo más impactante era el suelo de la discoteca, resulta que habían puesto un montón de sacos de bolitas de Porex-Pan, perlitas pequeñas, no os engaño, el suelo no se veía por ningún lado de la discoteca, parecía Baqueira Veret en plena temporada de nieve, al menos había un palmo de bolitas.


En las barras habían unas copas enormes que las llenamos con las palomitas que habíamos cocinado nosotros.

- Hay que salarlas más, - dijo el Sr. Director - así beberán más.


La verdad es que estaban buenísimas incluso un poquito saladas.


"¡Venga chicos Que abrimos! Serra pon música." Abrimos esperando a ver qué pasaba, y que pasó? Pasó que todos los asistentes venían de blanco, pero de blanco total, todo el personal también íbamos de blanco, yo solía estar muy moreno por lo que me sentaba muy bien el color blanco, habían chicos turistas que quizás no disponían de pantalones blancos y su imaginación les llevo a vestirse con las sabanas del hotel como si fueran emperadores romanos o griegos. El Sr. Director se me acerca y me dice, 

- ¡Eh! Hoy sólo música blanca, hoy nada de negros.

Y así fue, ni un solo grupo de música negra.


A mitad de la noche me viene el Sr. Director y me dice:

- Cuando te avise pones el flash a toda pastilla que vamos a tirar un saco de bolitas de porex-pan por un orificio enorme que hay justo en medio de la pista.


Ese orificio aún existe y es por donde solía bajar el pastel de los aniversarios.


A mí se me ocurre buscar una canción de un grupo que había sonado años atrás, el grupo se llamaba THE POPCORN MAKERS, era un disco sencillo a 45 rpm. Y la canción se llamaba POP CORN.


Cuando me avisan entro la canción y pongo el flash a tope, ( un día os cuento lo del flash del Pachá), los que estaban en el techo empiezan a soltar bolitas de Porex-Pan, el flax haciendo un efecto psicodélico brutal, la gente acudiendo debajo del agujero que soltaba bolitas, pero al escuchar la canción no sé por qué se pensaron que estábamos echando palomitas de maíz, y yo veía a la gente volver del centro de la pista, chicos y chicas con la boca llena de bolitas de porex-pan y haciendo como si escupieran, aún así quedo divertido pues lo del saco duró solo lo que duró la canción.


La noche acabó con un éxito indescriptible, eso hizo que a partir de ese momento esa fiesta se convirtiera en un clásico de Pachá y después lo sería de Pacha Ibiza también.


Ahora había que recoger. Me acordé varias veces en el guapo que se le había ocurrido lo de las bolitas de porex-pan, las bolitas de porex pan se ponían tan fácil como abrir el saco y tirarlas en el suelo, pero recogerlas era otro cantar, había que utilizar palas, recogedores, cartones, todo lo que tuviéramos a mano, algún guiri de última hora se apuntó a ayudarnos, eso sí allí curraba todo el mundo, nadie se iba, la solidaridad era total. Lo difícil era ya cuando llevábamos tres horas y quedaban las últimas bolitas, pues no había forma de recogerlas, el mismo aire que hacía la escoba en una dirección se llevaba a las bolitas a la dirección contraria, eso fue un verdadero martirio, pero con paciencia lo conseguimos, aunque en honor a la verdad dos meses después en cualquier rincón era habitual que salieran aun alguna de las malditas bolitas.


El Sr. Director como no podía ser de otra forma, además eran casi las diez de la mañana, dice: 

- Ahora todos a desayunar al Molino que estáis invitados.

Y todos nos fuimos contentos y felices a acabar la noche, que ya era de mañana a desayunar como una familia unida.

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