EL DESTINO - Así empezó todo...

Mitad de la década de los setenta, por aquel entonces yo pinchaba en una discoteca famosa de mi pueblo, la discoteca abría todos los días por las tardes y muy pocas veces por la noche.

La discoteca era como poco muy curiosa, una entrada estrecha con una persona muy mayor que ejercía de taquillero y en ese mismo pasillo a la derecha un minúsculo y ridículo guardarropía, una cortina azul marino impedía que desde la calle se viera la sala. Recuerdo aún el olor que se percibía sólo entrar, era un olor característico de esa sala, una mezcla de tabaco, alcohol, ambientador y feromonas.

Una vez dentro te tropezabas con la cabina de música, a la izquierda una pequeña barra, a la derecha y al pie de la cabina una pequeña pista, y al fondo la mayor zona de la discoteca, era la zona de sofás, sofás y mesas, pero sobre todo una zona muy oscura, por lo que la frecuentaban exclusivamente parejas que descubrían y practicaban con el sexo opuesto. 

Yo debería tener alrededor de 16 años cumplidos y me divertía gratamente poner música para todos los asistentes, la verdad es que pese a mi temprana edad decían que lo hacía francamente bien.

Hacía pocos meses me había comprado una moto de 75cc, una Vespa color rojo brillante, trabajaba, estudiaba, hacía deporte y salía con una chica que vivía cerca de la discoteca.


Esa mañana, después de las navidades, era una mañana fría de enero, no sé porque motivo, la verdad es que aún no tengo explicación, pero me dio por ir a hablar con el dueño de la discoteca y decirle que no podía seguir pinchando, ya que no era capaz de hacer tantas cosas, que el dinero por supuesto no me hacía falta y que mientras mis amigos salían y se divertían yo trabajaba todas las tardes, el dueño no se podía creer lo que le estaba diciendo, pero no tuvo más opción que aceptar mi decisión.


Sobre las 18 horas de la tarde me acerco con la moto a recoger a mi chica cuando salía del instituto, bajaba por la Rambla feliz dirección playa. Entonces la Rambla de mi pueblo era transitable por coches y motos en los dos sentidos, hoy día es totalmente peatonal. Conducía a muy poca velocidad, lo hacía con una sola mano, la mano del gas ya que me volvía hacia la chica y le contaba eso que había decidido esa mañana. En conclusión que dejaba de pinchar para poder tener más tiempo para nosotros.


A mitad de la Rambla de repente el coche que iba delante de nosotros efectúa un frenazo repentino por cruzar inesperadamente una persona mayor. Pude oír el chirriar de los neumáticos, yo, me volví hacía delante, frené desesperadamente, me agarré lo más fuerte que pude, pero no pude evitar empotrar mi flamante moto en la parte trasera de aquel vehículo. Afortunadamente no nos hicimos daño.

Os podéis imaginar, mi flamante Vespa con apenas tres meses de vida, estaba arrugada igual como una hoja de otoño. Aparqué la moto allí mismo y me dirigí corriendo a la discoteca que estaba a punto de abrir, fui a por el dueño, me lo encontré a media calle, y le dije, que lo de la mañana era un mal momento que había tenido. Él no me preguntó nada y me dijo que corriera para la discoteca que estábamos a punto de abrir.


La sesión era como la de cualquier tarde, yo en mi salsa, pero ligeramente preocupado, ya que sólo pensaba lo que me iba costar arreglar mi querida moto. Uff! suerte que no había dejado de poner discos en la discoteca, no cobraba mucho, pero me iba muy bien.


Casi al final de la sesión, faltaría poco para cerrar, se acerca un chico, un chico mayor para lo que era nuestra clientela habitual, llevaba el pelo largo, y vestía una chaqueta de lana blanca con cenefas marrones, era moda por aquel entonces, mi madre me había hecho a mano una igual. Se puso a mi lado, no me decía nada, me miraba, me observaba. Pasaron los minutos y seguía observando, y yo me preguntaba;  "¿Este que querrá?. Me está poniendo nervioso."

Al rato me dice:

- ¿Te gustaría poner música en el Pachá de Sitges?
Yo sin pensar ni cinco segundo le contesté.- ¿Cuándo?

Él era el director en aquella época del Pachá de Sitges, alguien le había recomendado que fuera a la discoteca en la que trabajaba y que escuchara poner música a un chico muy joven que lo hacía muy bien, al sábado siguiente yo empezaba de forma oficial como Disc Jockey del primer Pacha del mundo…..

EL DESTINO: si no hubiera bajado por la rambla, si no hubiera cruzado esa persona delante del coche, el coche no hubiera pegado ese frenazo repentino, sino hubiera ido conduciendo con una mano, yo no hubiera chocado mi Vespa y el director no hubiera sabido de mí nunca jamás y yo no hubiera ido a trabajar nunca como Disc Jockey en PACHA SITGES